Cuando la estrategia organizacional se halla lejos de la estrategia de negocio, y no está satisfaciendo el dinamismo de la industria donde se desarrolla ni la versatilidad de sus clientes, es una señal de que sus procesos no contribuyen a la productividad pretendida en el negocio, ya que sus complejidades están siendo tratadas ad hoc y no mediante una táctica efectiva.

Si su organización ya se encuentra consciente de ésta realidad, debe reconocer la gran coyuntura que existe entre la gestión de procesos y la estrategia organizacional, están yendo en direcciones diferentes y ninguna está siendo apoyo de la otra, son como canoas tratando de subsistir en una fuerte marea.

Ante esta dificultad, no sólo se debe hacer una reingeniería estratégica de procesos, sino también identificar algunos aspectos que quedan fuera de juego durante dicha ejecución y que se convierten en grandes errores en la gestión, así como eludir cualquier mentira sobre el tema.

De hecho, este apoyo mutuo entre la estrategia organizacional y la gestión de procesos, debe converger hasta lograr alinearse y así conseguir un trabajo unificado, para lograrlo, requiere de líderes capaces de convertir el caos actual en una oportunidad para elevar la moral y la productividad, además que trabaje por los objetivos de la empresa y no por su feudo particular.

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Veamos qué tácticas deben tenerse en cuenta al momento de emprender una alineación entre el rediseño de procesos y la estrategia corporativa:

1. Definir procesos transversales

Identificar aquellas tareas y actividades que agregan valor en el ciclo productivo, permitirán delinear procesos clave de negocio los cuales deberán estar alineados con la estrategia de la empresa y con la dinámica de la industria. Estos procesos deben ser transversales a la longitud del negocio y adaptables a una iterativa definición, planificación, despliegue, implementación, monitorización, control, evaluación, medición y mejora.

2. Alinear y gestionar indicadores

La estrategia organizacional debe poder medirse mediante indicadores claves, reflejada en objetivos de rendimiento que apunten a dicha estrategia, al ser evaluada mediante procesos de negocio y de mejora estos indicadores de gestión, darán la pauta para identificar aquellos procesos que deben mejorarse.

Establecer objetivos corporativos medibles permite lograr la verificación de la eficiencia de los recursos; por esto se deben ajustar los objetivos de negocio, los objetivos de calidad y de rendimiento de los procesos, según requiera el negocio.

3. Mantenimiento de los procesos actuales

Cada proceso debe tener la capacidad de gestionarse a pesar de su constante adaptación a los cambios demandados por la competitividad, para esto debe estar estandarizado:

– Rediseño de estándares de trabajo y otros activos.

– Recolección de mejoras del proceso y activos.

– Definición de las mediciones de calidad y de proceso.

– Identificación del rendimiento respecto a los objetivos de negocio, calidad y procesos.

4. Analizar la estrategia de negocio

Lograr una estrategia e identidad corporativa apoyada por procesos estratégicos de negocio. Esto puede implicar el rediseño del modelo de negocio de la empresa, lo cual genera issues para revisar en la gestión de innovación.

5. Promover la mejora continua

Todos los miembros de la organización deben ser parte del proceso de mejora, ya que son quienes transforman el proceso mediante las experiencias y comprenden los posibles beneficios productivos de las mejoras que sugieren. Generar un plan de seguimiento para verificar la adherencia de dichos procesos en todos los niveles de la organización junto a la recolección de métricas que permitan la toma de decisiones y la mejora continua.

6. Adaptar los procesos al contexto del negocio

Definir un sistema de adaptación para hacer flexibles los procesos, ya que, por ejemplo, una nueva línea de productos o ambiente de trabajo debe poder sumergirse en la arquitectura de procesos actual. La flexibilidad es necesaria para hacer frente a las variables contextuales como la naturaleza del cliente, la dificultad técnica de un proyecto, costo, cronograma y calidad.

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