La empresa actual exige para su dirección una orientación de corto, mediano y largo plazo de forma clara y precisa, para garantizar el cumplimiento adecuado de sus objetivos. El direccionamiento estratégico de una organización es un componente administrativo fundamental debido a que se orienta en dos niveles: interno y externo. A nivel interno es la visión establecida por la dirección para garantizar la coordinación de todas las actividades de la empresa alineada al cumplimiento de los propósitos del direccionamiento estratégico. Esta orientación surge del análisis interno – externo de la empresa. A nivel interno, en términos de fortalezas y debilidades de la misma, expresadas luego en los propósitos de la organización. Las fortalezas de la empresa permiten transformar las debilidades en fortalezas o evitar un alto impacto negativo en el comportamiento de la empresa a corto plazo, si se gestiona el direccionamiento de manera apropiada.
La gestión o administración del direccionamiento es también una necesidad de la globalización independientemente si la misma empresa es pequeña o no, pues la organización debe adecuarse de manera permanente a los cambios generados en su interior e interpretar y ajustarse a los mismos cuando se generan en el medio.
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El direccionamiento a nivel interno se retroalimenta del comportamiento de los procesos (sus variables), de los resultados (cumplimiento o no de indicadores), del seguimiento realizado a las métricas y de la evaluación que se realiza respecto al mismo seguimiento. A nivel externo, el análisis de las variables asociadas con las oportunidades y las amenazas del mercado en donde se encuentra inmersa permiten diagnosticar de manera apropiada la relación de la compañía y el medio en donde actúa. Las fortalezas identificadas de la empresa a nivel interno, permiten aprovechar las oportunidades de mercado y neutralizar las amenazas percibidas del mismo.
En las condiciones actuales de funcionamiento de la sociedad, no es exagerado sostener que la única variable constante de la actualidad es el cambio. Las organizaciones deben estar preparadas para afrontar esa realidad. El direccionamiento es una herramienta alineada con esa necesidad, porque permite planear las actividades de los procesos ajustadas a una orientación, su gestión facilita la adecuación de la empresa a las nuevas realidades y tal vez la más importante de las razones, es que convierte la organización de reactiva en proactiva.
La estructura del direccionamiento estratégico depende de las necesidades de cada empresa y sobre todo, depende del modelo administrativo seleccionado por la dirección. El más funcional es el clásico: misión, visión, objetivos y metas. Debe formularse de tal manera que se base en el diagnóstico de la empresa, garantice la interdependencia de los componentes y ser realista en formulación para no crear falsas expectativas en la organización. ¿Qué continúa en la formulación del direccionamiento estratégico? Al realizar el diagnóstico considerando el medio donde interactúa, deben identificarse las brechas de la empresa respecto a procesos, variables u organizaciones similares, formular planes que permitan ir reduciendo las brechas en el tiempo, desplegar en la organización el direccionamiento, hacer seguimiento de cómo se materializa el direccionamiento en el día a día de la empresa, evaluar y proponer acciones correctivas. Comienza nuevamente el ciclo.