La organización científica del trabajo que desarrolló Frederick Taylor a comienzos del siglo XIX parece mantenerse vigente. Para este tiempo los valores de productividad obtenidos por este ingeniero mecánico y economista americano, se basaron en la organización racional del trabajo a través del estudio del contacto que los obreros experimentaban con sus máquinas, mediante la división sistemática de las tareas, la identificación de secuencias, la medición de tiempos y la creación de sistemas de motivación por primas de rendimiento.

Este modelo además suprimió toda improvisación en los modelos de producción, así mismo, redujo la capacidad reflexiva y toma de decisiones por parte del obrero en pro del incremento de la productividad. Este fenómeno se concentró en las plantas industriales y el uso de herramientas mecanizadas.

Hoy día, cuando la economía ha evolucionado en gran tamaño a industrias de servicios, la máquina objeto de estudio es una muy especial, ¿el computador?. Si consideramos esta máquina como la gran generadora de valor en las organizaciones actuales, debemos ir más allá y concentrarnos en el hecho de que es gracias al software operado en ellas, la forma en la que se gestionan la información y el uso eficiente de los recursos de infraestructura tecnológica, la que permite que una organización genere ventajas competitivas importantes.

El taylorismo digital, o mejor denominado taylorismo informático, desarrollado ampliamente por autores recientes como Phillips Brown, Hugh Lauder y David Ashton en su libro de 2011 ¿Global Action: The Broken Promises Education, Jobs, and Incomes?, lo definen como la tercera revolución industrial o revolución informática, la cual busca la aplicación de los mismos conceptos de Taylor a través del uso de los programas informáticos para sistematizar las decisiones de ejecutivos y mandos medios en las organizaciones y por ende reducir los costos de operación, los tiempos de los procesos y sus niveles de servicio.

Este concepto ha dado origen a toda una tendencia mundial denominada procesos digitales, en donde las tareas antes consideradas no mecanizables, por su carácter creativo, reflexivo e intelectual, son codificadas y digitalizadas en los sistemas de información que soportan los negocios a través de protocolos de decisión programados.

Es en este punto donde el enfoque de Business Process Management como filosofía de gobierno de procesos, se apoya en tecnologías especializadas de WorkFlow (BPMS) la reducción de los costos y tiempos de esta sistematización hacen que las empresas puedan disfrutar de manera anticipada de estos beneficios, pudiendo potenciar el conocimiento y tiempos de sus ejecutivos hacia escenarios más reflexivos y menos operativos que les permitan generar mayor valor y mejora contínua soportados en modelos de medición cada vez más efectivos y en tiempo real.

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La digitalización de los procesos, sin embargo, debe pasar por ejercicios previos de optimización, en los cuales el uso de técnicas y herramientas estadásticas desarrolladas en diferentes momentos como en el Taylorismo, el Toyotismo (lean Six Sigma), TQM calidad total y CMMI, sumado al desarrollo reciente de potentes paquetes informáticos para simulación de procesos se hacen fundamentales, pues nos ayudan a predecir el comportamiento y resultados de la sistematización, a fin de asegurar el costo-beneficio de las intervenciones diseñadas, su tamaño, presupuestos, recursos y cronogramas para la puesta a punto de modelos de procesos mejorados en digital.

En ProcessOnLine ayudamos a nuestros clientes a reconocer el valor de éste enfoque, además de acompañarlos en la generación de nuevas competencias y capacidades que faciliten en sus equipos de trabajo y organizaciones para su aprovechamiento.

Promovemos en nuestro círculo de poblaciones sociales objetivo, el diseño, proyectos de transformación productiva que les permitan a las empresas de forma iterativa mejorar su generación de valor, el fortalecimiento de sus variables operacionales y el mantenimiento de la satisfacción de las partes interesadas, considerando como eje articulador a su equipo colaborador, pues es este último el encargado de tangibilizar estas iniciativas, pues en todo caso estas siempre deberán favorecer y facilitar su trabajo.